«El último conjuro» nos sumerge en una historia de terror psicológico que gira en torno a una familia aparentemente normal sumida en el dolor tras la pérdida de su matriarca. Hiroko Kurasawa, una antigua compañera de trabajo del padre, Naoto Ihara, llega a su casa para ofrecer sus condolencias. Es en este encuentro donde se desvela un perturbador ritual: el pequeño Haruto, hijo de Naoto, está enterrando un dedo de su madre fallecida en el jardín y recitando un extraño conjuro.
Este acto inocente, impulsado por el dolor infantil y la necesidad de mantener viva la memoria de su madre, desencadena una serie de eventos sobrenaturales cada vez más inquietantes. El conjuro, que en un principio parece un juego infantil, se revela como un poderoso encantamiento capaz de manipular los límites entre el mundo de los vivos y el de los muertos.
A medida que la película avanza, presenciamos cómo la casa de los Ihara se convierte en un epicentro de actividad paranormal. Sombras enigmáticas se deslizan por las paredes, objetos se mueven por sí solos y una presencia maligna comienza a manifestarse de forma cada vez más evidente. Hiroko, quien al principio se muestra escéptica, se ve arrastrada a este torbellino de terror y se convierte en el objetivo principal de la entidad oscura que ha sido invocada.
La trama se intensifica cuando Hiroko comienza a experimentar visiones y pesadillas relacionadas con la muerte de la esposa de Naoto. A través de estas visiones, se revela una conexión más profunda entre ella y la familia Ihara, lo que la obliga a confrontar sus propios miedos y deseos reprimidos.